martes, 14 de abril de 2015

PÓRTICO - Encuentro de Ciencia Ficción y TATUAJES EN ESPEJO

Desde hace unos meses, seis para ser más precisa, estoy organizando con Sofi un encuentro de ciencia ficción que se llama Pórtico: 


Pórtico se desarrollará en la Facultad de Ingeniería de la UNLP este viernes 17 de Abril, de 9 a 20hs. Es como si fuera, casi, casi, en mi casa! Porque sacando cuentas, más de la mitad de mi vida estuve en la Facultad, ya sea como alumna o como docente.
Pórtico es un sueño hecho realidad, y pasó de ser un encuentro de amigos a un evento por el que ya fui invitada a cuatro radios y salió en los diarios de la ciudad.

La segunda razón de mi tremenda expectativa con este evento es que presento mi (primera) novela: Tatuajes en Espejo. https://tatuajesenespejo.wordpress.com/


Cuando me preguntan acerca de qué es esta novela, me ponen en un aprieto. Más o menos como cuando me preguntaban: “¿Qué querés ser cuando seas grande?”. Y todavía no lo sé.

Podría decir que se describe la vivencia de una persona que no pensaba ser líder y llega a serlo, y toda la evolución vital que recorre.

Podría decir que la novela nació del deseo de una chica de encontrar a su padre, así que la temática es esa: una hija que busca a su padre, siguiendo pistas a lo largo de los años.

Podría decir también que es una novela acerca de un choque de culturas, o más específicamente cómo impacta en una persona el hecho de mudarse de un lugar a otro que le es extraño.

Podría decir que la novela es acerca de una familia, su herencia. De la relación entre hermanos y hermanas, de madres con sus hijas e hijos. Con expectativas de esas madres hacia sus hijas e hijos; y de cómo cada uno responde a su manera, o no, a esas expectativas.

Y aún estaría dejando afuera el trasfondo político: la tensión que puede llevar a una guerra entre colonias humanas y la Tierra, o desatar una ola de protestas en un planeta que requiere un cambio social profundo. Los efectos de la guerra sobre la gente que se va a luchar, y sobre la gente que se queda a esperar.

Podría incluso decir que la novela es acerca de la búsqueda del amor, a través de desengaños y a pesar de desilusiones. De un amor ideal, ilusorio, y de un amor real y verdadero.

Finalmente, podría asegurar que es acerca del ritual de tatuarse, del significado profundo de dibujarse permanentemente la piel, y qué te lleva a hacerlo. Muchas veces me preguntan por qué tengo tantos tatuajes. La respuesta, en parte, está en este libro. No digo que todos los que se tatúan tienen estos motivos, sino que la protagonista de esta novela tiene motivos parecidos a los míos.


Aquí les dejo la gacetilla de prensa de Pórtico, que incluye programa y demás:

El viernes 17 de Abril de 9 a 19hs, en el Edificio Central de la Facultad de Ingeniería (UNLP), calle 1 y 47, se realizará Pórtico-Encuentro de Ciencia Ficción. El mismo busca generar un espacio de intercambio entre aficionados, artistas del género y público en general. Asimismo, se busca difundir la producción local, regional y nacional de ciencia ficción, y fortalecer la relación entre el ámbito científico-tecnológico y la ciencia ficción.
La entrada es libre y gratuita. Habrá sorteos todo el día.
Se recomienda inscribirse previamente para escuchar y participar de las ponencias.

Programa:
8: 30hs: Acreditación (entrega de programa y gafetes)
Armado de puestos de exhibición y venta y colgado de posters
9:00hs: Inicio – Presentación “La importancia de reunirse” a cargo de las organizadoras
Palabras del Sr Decano Ing Marcos Actis
9:30hs: Comienzo de ponencias (4 ponencias de 20 min en total)
     Coordina: Flavia Gómez Albarracín
     9:30: Ponencia 1: Damián Gulich: Doctor Who
     9:50: Ponencia 2: Martín Casatti: UNIVAC
     10:10: Ponencia 3: Claudio Sánchez: Futurama
     10:30: Ponencia 4: Eduardo Carletti: Ciencia y ciencia ficción
11.00hs: Break - Espacio para presentación de posters
11:30hs: Mesa redonda: “Cómo escribir ciencia ficción y no morir en el intento”
     Coordina: Carlos Feinstein.
Participan: Ricardo Giorno, Teresa Mira, Daniel Frini
13.00hs: Pausa para almorzar
14.00hs: Espacio para presentación de posters
14.30hs: Segundo bloque de ponencias (3 ponencias de 20 min en total)
     14:30: Ponencia 5: Carlos Gardini: La ciudad de los Césares
        14:50: Ponencia 6: Daniel Yagolkowski: Lo que la Ciencia Ficción nos mostró de nosotros mismos
        15:10: Ponencia 7: Flavia Gómez Albarracín y Andrés Dragowski: La ciencia ficción como vínculo con la comunidad en el Museo de Física
15.30hs: Mesa redonda: “Alternativas para editar y vender ciencia ficción”
      Coordina: Cecilia Erbetta.     
Participan: Eduardo Carletti, Luis Pestarini, Laura Ponce, Francisco Costantini
17.00hs: Break - Espacio para presentación de posters
17.30hs: Tercer bloque de ponencias (2 ponencias de 20 min en total)
     Coordina: Damián Gulich
     17:30: Ponencia 8: Diego Labra: Tocala de nuevo, Sam, en el espacio exterior
      17.50: Ponencia 9: Néstor Figueiras: El affaire entre el rock y la ciencia ficción
18.10 hs: Presentación de libros: Fabricantes de sueños, Antología Steampunk y Tatuajes en Espejo
19.30hs: Cierre del evento
     Entrega de certificados a los expositores.
     Performances de cierre
     Palabras finales

Sobre los Puestos de la Feria:
Los puestos de la Feria serán con temática de Ciencia Ficción: de exhibición de colecciones de comics, miniaturas, muñecos, libros y todo lo relacionado con la temática Sci fi, o también pueden ser de venta del mismo tipo de artículos o de comida.
Durante todo el evento estarán disponibles los puestos de venta de artículos de temática de ciencia ficción y de comida. Los puestos de exhibición de colecciones estarán sujetos a la disponibilidad de sus dueños.
A la hora del almuerzo se sugiere disfrutar de los exquisitos sandwiches del Stand Kaban Ahumados, que estará formando parte de la feria.

Auspician el evento:
•     Facultad de Ingeniería de la UNLP
•     Museo de Física de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP
•     Red de museos de la UNLP
•     Biblioteca Central de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP
•     Sedici-Repositorio institucional de la UNLP

Espónsores del evento:
•     Jane Poppins Desarrollo Organizacional
•     Séptimo Portal Comics
•     One Express
•      Blue-graf

miércoles, 1 de abril de 2015

Ensayo: Giger, mi pesadilla favorita - Chinchiya

Me asomo a su jardín. Entre las flores veo algo que se parece a una gárgola, y más allá una mujer sugestiva. Esculturas por doquier. Y las vías de un extraño tren que invita a recorrerlo todo. Paso por una fuente cuya agua se vierte por las bases de seres compuestos por sólo dos extremidades: una pierna y un brazo pegados, o dos piernas, o dos brazos.
Estoy paseando por mi pesadilla favorita. Esa que asusta a los incautos, pero que nos fascina a los curiosos.
Tras la puerta de dos hojas con calaveras biomecánicas se encuentra el estudio de donde salen tan espantosos sueños hechos realidad: el taller de Hans Ruedi Giger, en su casa.
Si quisiera escribir sobre su vida, solamente tendría que buscar en la web y aparecerían centenares de sitios hablando sobre ella, ahora que ya ha muerto. Pareciera que la muerte le sienta bien, después de todo.

Li Tobler
No soy crítico de arte ni conozco demasiado sobre técnicas de dibujo y pintura o escultura, pero sí puedo decir qué impresión puede darme su obra, aun desconociendo el “cómo”. No quiero hablar sobre su formación ni sobre su recorrido vital, sino sobre el impacto de su trabajo, sobre todo desde el punto de vista de alguien que lo admira mucho. El estilo que tiene en sus dibujos, desde la aerografía (por la cual es más conocido) hasta los crayones de colores, es único. Sus esculturas y pequeñas piezas de metal son únicas. Giger es único.
Desde hace años, uso como avatar en las redes sociales una de sus obras: Li (a decir verdad, son dos: Li I y Li II). Pero, ¿quién es Li? Li Tobler fue su primera esposa, la musa inspiradora para algunos de sus más memorables trabajos en aerografía y también en escultura. Artista y modelo, fue una mujer hermosa. Lamentablemente sufría depresión y se suicidó. Aun después de su muerte se puede ver la influencia que ella tuvo en la obra de Giger. La representación que hace de ella siempre me sedujo: una cara humana casi perfecta, llena de conexiones con tubos y cables, serpientes y huesos.


Giger y la ciencia ficción


Visitada por el Octavo Pasajero
Es inevitable mencionar a Alien, si hablamos de Giger. Él explora la temática de la ciencia ficción o ficción especulativa desde el horror. Porque si bien este ser no fue su primer monstruo, sí fue el que lo catapultó a la fama. El encanto de este terrorífico extraterrestre, que se esconde en los recovecos oscuros de una nave, es la velocidad y facilidad que tiene para matar a sus tripulantes humanos. El xenomorfo no tiene ojos distinguibles y sin embargo es implacable cuando caza. Y no mata sólo con sus fauces y su baba cáustica, sino a través de su progenie, que emerge sangrientamente de los estómagos de sus víctimas. Lo desconocido, lo invencible, lo asqueroso y lo fascinante, todo se mezcla en el Octavo Pasajero.
Luego de este maravilloso monstruo, era difícil superarse. ¿Con qué miedo podía jugar Giger, para una nueva creación? Y apareció la hembra de la película “Species”, una alienígena perfecta en su belleza. Sil es creada desde la genética en un laboratorio, bajo misteriosas instrucciones venidas de fuera del planeta Tierra. Pensada por sus creadores científicos como mujer para que fuera “más dócil”, en seguida queda claro que no obedecerá ninguna orden de ellos, y se escapa sin que puedan detenerla. Ella está diseñada por una mente fuera de este mundo para un fin muy especial: seducir hombres con buena salud y reproducir su especie. Una mujer libre de moral, con una poderosa fuerza corporal y con deseos de procrear: ¿acaso hay algo más aterrador para un hombre? Heredera de Li en su estética, Sil realiza su tarea sin ningún tipo de remordimientos: si el macho en cuestión está enfermo, lo mata; si es sano, se aparea con él. Pragmática, efectiva, hermosa.
Guiado por su afición a los trenes, Giger diseñó también para esta película uno que formaba parte de una escena que finalmente fue cortada del guión. Lamentablemente, para él y para nosotros, ese tren que iba a ser parte de una pesadilla de Sil, atormentada por su esencia alienígena, no se concretó.
Pero no fue el único plan con el cual se ilusionó para después tener que descartarlo (al menos en su concepción original). Hubo un proyecto realmente ambicioso, para realizar una película sobre la novela de Frank Herbert: Dune. La historia narra las intrigas palaciegas y luchas por el poder para dominar el planeta que es fuente de la sustancia más valiosa del universo: la especia. Esta película uniría el trabajo de grandes artistas: el director Alejandro Jodorowski, Salvador Dalí como actor, Moebius como diseñador y Giger, también como diseñador conceptual de la Casa Harkonnen, la familia oriunda del planeta Giedi Prime. Esta familia, dentro de la historia de la novela original, es caracterizada por su perversidad, y su planeta es un mundo espantoso y violento. ¿Quién mejor que Giger para recrear un ambiente así? Sin embargo, no le convenció la escasa paga que le proponían, y por otro lado, es mi opinión que tantos egos juntos no podían funcionar bien… Por tanto, “Dune” pasó a ser una película grandiosa que jamás se concretó. De ese proyecto, por suerte, sobrevivieron las sillas Harkonnen, que más tarde fueron usadas para el Bar de Giger en Tokio, y que luego se vendieron a coleccionistas y se exhiben en exposiciones.


Giger y un mundo surrealista, variado y “freak”

Giger realizó la serie de obras “un festín para el psiquiatra”, basándose en sueños que él anotaba metódicamente. “Mi obra surge de la necesidad de ver plasmadas~cosas que~tenía en la cabeza. Quería crear un mundo que no podía encontrar ahí fuera”, dice. Con ellos, mostró que era capaz de abrir una puerta a un mundo que por momentos parece repugnante y digno de rechazo, pero que con la misma intensidad puede atraer y resultar familiar. Al poner en el papel lo que soñaba, comenzó a desarrollar los conceptos que lo llevaron a sus creaciones más famosas.
El Bar de Tokio, cerrado hace tiempo por un desacuerdo por regalías, fue otro de los extraordinarios diseños creados por Giger. Ideó no solamente las sillas, sino la forma del marco de los espejos, las luces y las mesas, y hasta los dibujos de los pisos. Todos los detalles tenían su sello indiscutible. Hoy ese bar, como también el de New York, se reproduce en el Museo que alberga casi toda su obra (y existe otro en su ciudad de origen). La gente que va al bar se encuentra con las sillas Harkonnen y su característica forma compuesta por huesos humanos: vértebras, costillas y cadera y otras con una pila de calaveras, pero me atrevería a decir que son asientos ergonómicos y sumamente confortables.
Por otro lado, no es difícil imaginar por qué las creaciones de Giger han sido tatuadas tantas veces. Alrededor del mundo, su estilo fue imitado y homenajeado a tal punto que a la par de “tatuaje estilo japonés”, podemos encontrar la frondosa categoría de “tatuaje biomecánico”: dibujos que insinúan que debajo de la piel existen cables y mecanismos fusionados con la carne y la sangre. Algunos fanáticos incluso se han llegado a tatuar la cara misma de H. R. Giger.
Entre otras rarezas que ha realizado mi querido artista se encuentran tapas de discos, y un horrendo video con Debbie Harry, alias Blondie (de verdad, el video es espantoso de malo); una conocida versión de Li para el videojuego Dark Seed; extrañas joyas con sus esculturas más famosas en miniatura; cartas de tarot; una serie de esculturas representando los signos zodiacales; y hasta un pie de micrófono para el grupo musical KoRn.


Giger y las fantasías sexuales


LI I
Cuando los directores de cine como Ridley Scott eligieron a Giger para diseñar monstruos seductores, sabían lo que hacían. Su obra está repleta de formas de clara connotación sexual. Formas que sugieren partes humanas penetrándose unas a otras, en ocasiones seres apilados o entrelazados en forma muy compleja; lenguas insinuantes, penes y vulvas como protagonistas de aerografías y esculturas de magnífico realismo erótico. Mezclados e inseparables, estos cuerpos nos muestran las variantes del sexo más ligadas a lo sádico/masoquista: correas de cuero, pinches que atraviesan la piel y extensiones como cables que conectan todo, hacen que el espectador se pregunte qué se sentirá estar fusionado de esa manera. Sin adentrarse en lo pornográfico, juega todo el tiempo con lo erótico.
Desde lo explícito a lo sugerido, Giger conoce todos los matices. Paisajes que sugieren personas atadas pero que no las muestran completas, como en su serie NYC; y por contraste, otras obras donde un personaje humanoide femenino es penetrado en forma múltiple. Su serie Passage, donde convierte gradualmente una compuerta mecánica en una vulva, es otro ejemplo.
Ya en su famoso libro Necronomicon aparecían infinidad de figuras de este estilo. Quizás fueron tan incomprendidas en su momento como sus niños atómicos.


Giger y la denuncia social

Junto a esta exuberancia en lo sexual, Giger realiza una denuncia a la hipocresía de la sociedad en su conjunto.
Por un lado, las ataduras moralistas en cuanto al sexo. Giger ata con correas para desatar instintos negados. Las caras de placer femeninas lo dicen todo: parecen estar atrapadas en un éxtasis sensual. ¿Y por qué no habría de ser así? Su obra invita al goce sexual, a llevar a la máxima expresión la conexión entre seres por medios eróticos. Giger transforma a las máquinas en seres vivientes que copulan, y viceversa.

LI II
Por otro lado, tanto en Necronomicon como en otros libros, nos muestra sus niños atómicos. Caras de bebés, deformes como si hubieran sido afectados por la radiación; revólveres donde las balas son niños. Giger confesó una vez que los bebés lo horrorizaban… Y que para él estos niños atómicos eran una especie de chiste, de autorretrato. Quizás quiso expresar la negación a un futuro signado por el mal uso de la energía atómica y sus peligros, por medio de un elemento que socialmente es aceptado como un niño, pero que a él le provocaba rechazo.
Por último, su denuncia a la iglesia cristiana en todas sus vertientes y sus inquebrantables nexos con el poder. Tanto en aerografías donde se ve a una figura demoníaca usando un crucifijo como honda, como en unos afiches que, con todo sarcasmo, relatan situaciones de abuso de personas marginadas.


Giger, más allá

Muchos califican la obra de H. R. Giger como “siniestra”, “satánica”, etc. Yo me niego a hacerlo. Creo que dentro de lo oscuro y lo surrealista que presenta, se encuentran una belleza y una estética inigualables.
No por nada hay toda una escuela de tatuadores que homenajean su estilo, y piezas de arte que indiscutiblemente tienen su influencia, aunque no logren la fuerza de su impronta.
Con hondo contenido humano, nos lleva a recorrer una realidad de nuestra civilización moderna, tanto desde lo instintivo o primitivo, como desde lo racional y elaborado.
Gracias por tanto, maestro. Nos vemos en mis fantasías.

Aparecido originalmente en la revista Axxon #262, Febrero de 2015 

lunes, 12 de enero de 2015

Sobre el escrache a Sergio Gaut vel Hartman

Circuló en estos días en escrache sin dar nombres. No voy a juzgar aquí a las personas que lo redactaron, ni al destinatario, que es Sergio GvH. Sólo puedo hablar desde lo personal; no me siento cómoda abriendo juicios de valor sobre otras personas, sobre cómo manejan sus enojos, sus frustraciones, sus fracasos y sus conflictos.
Me considero una persona agradecida, y puedo recordar muy bien que fue Sergio quien me animó por primera vez a participar de Axxón, al pedirme publicar un cuento. Yo hacía diez años que escribía "para mí". Sin mostrarles los cuentos nada más que a mi familia, y sabiendo que ell@s a través de su mirada amorosa siempre los encontrarían medianamente buenos.
También fue Sergio quien coordinaba en ese momento Taller 7, un taller muy serio en cuento al trabajo que allí se hacía, y gratuito. En ese taller y también en Forjadores, aprendí mucho sobre cómo se construían personajes, las tramas, la construcción de cuentos, buenas prácticas de escritura y detectar errores frecuentes de los que éramos principiantes.
Pero nunca me había considerado "una escritora". Escribía porque me gustaba, porque no podía dejar de escribir, siempre fue en mí una pulsión. Pensé que jamás iba a poder publicar en papel, porque no era lo suficientemente buena, así que me embarqué en lo que me pareció una oportunidad: el proyecto Tanamoshi, en 2010.

Fui parte del Proyecto Tanamoshi casi desde el principio. No recuerdo cuántas personas éramos (originalmente cuarenta, pero llegamos a ser ¿sesenta?); la idea era que íbamos a sacar una colección de 18 libros, y de esta manera, se venderían mejor. E incluso se habló de una segunda colección. Libros de 128 páginas, con tapa a todo color. El sistema fue poner dinero en cuotas mensuales (valor calculado en dólares) y sortear a quiénes les tocaba editar el libro ese mes. Cuando me anoté, Sergio me dijo que había al menos 4 libros ya "cerrados". Me anoté en todas las antologías que mi bolsillo me permitió, a duras penas, porque siempre fui docente. Como tengo mala memoria documento todo. 
Participé en lo que nunca fue:
Horizonte eventual (T-9, cuentos largos, de siete autores),
Las Hojas Vivas (T-13, antología poética),
Minimalismos (T-4, antología de microrrelatos, de 20 autores) --> sorteada para publicarse en Octubre de 2010, junto con "Cinco mujeres y otra cosa"
Pentagrama (T-16, antología de cuentos largos, con cinco autores).
Hasta donde yo sé, estos cuatro libros llegaron a completarse y corregirse. Yo pagué la totalidad de las cuotas que correspondían mi participación. Lo mismo puedo asegurar, si no de todos, de los que conozco que participaron conmigo.
De toda la colección planeada, salieron dos libros. Los primeros dos sorteados. Y ninguno más. Minimalismos y Cinco mujeres no salió.

En 2012, luego de varias idas y venidas, envié un mail para ver si nos reorganizábamos, para reactivar la propuesta y ofrecerme al trabajo, a ver qué se podía hacer.
No fui la única. A lo largo del tiempo que fue corriendo, muchos más preguntaron y se ofrecieron. Se ofreció ayuda en la lectura y corrección, en la reorganización, no sólo preguntas a ver qué se hacía.
Luego vinieron los pedidos de explicación, y sobre todo el pedido de que se blanqueen las cuentas.
Por parte de Sergio, siempre la respuesta era la misma: que estaba explorando otra editorial, que se había contactado con los viejos autores, que la propuesta no estaba muerta, que pronto nos escribiría con novedades.
Por supuesto, Sergio siguió con otros proyectos de edición, convocando autores para cuentos. A mí me convocó para la Antología del Tricentenario. El libro salió, y por fin pude verme publicada, y por esa publicación no puse un peso. Estaba muy contenta. Tampoco gané plata, desde ya.

A fines de 2012 sufrí un accidente deportivo, y en 2013 estuve recuperándome. Y tuve mucho tiempo para pensar. Entre otras cosas tuve tiempo para terminar mi novela, y pensé en Sergio para que fuera mi editor.
Volví a preguntarle por Tanamoshi... El último mail del grupo del proyecto, apoyándolo, dándole la confianza y aliento a Sergio, incluso por parte de la gente que hoy hace el escrache, fue en noviembre del 2013.
Por otro lado, no me terminó de convencer la manera de trabajo que me propuso para la edición de la novela, y los nuevos costos que eso me acarrearía (que claramente no podía pagar), y decidí no continuar la edición con él.
¿Influyó que no se supiera nada en concreto de Tanamoshi? Por supuesto que influyó en mi decisión la indefinición de Tanamoshi.

En ese momento, el dinero de Tanamoshi lo di por perdido. No así el proyecto. Pero tras ese intento de reorganización en noviembre de 2013, todo quedó en la nada. Nuevamente.

No vivo en Buenos Aires. Quizás algunos tuvieron la oportunidad de juntarse más seguido, de entender ciertas cuestiones que a mí se me escapan. Sinceramente, más allá de los errores que se cometieron por entusiasmo desmedido, o por irresponsabilidad de algunos, y no sé si tantos, no hubo un manejo claro por parte del Sergio. A la hora de dar explicaciones, "cuentas claras conservan la amistad", dicen. Aquí no hubo cuentas claras.

Hoy sí me siento escritora. Y decidí editar mi novela con otra persona. Quizás lo que tenga que decir en él no es tremendamente original, ni bien escrito. Pero es mío. Y quiero publicarlo. Y, si es posible, que sea un éxito.
Por otro lado, el libro "Cinco mujeres y otra cosa" salio editado en 2014, por fuera del proyecto.


Llegado a este punto... ¿Para qué escribo todo esto? Para que ustedes, si quieren juzguen las circunstancias con un poco más de información, con otra mirada.
Yo por mi parte, lo que necesito de Sergio es una declaración pública de que el Proyecto Tanamoshi, o Proyecto de Edición, tal como estaba concebido en ese momento, MURIÓ. FRACASÓ. SE TERMINÓ.
Dejémonos de dar vueltas, por favor, con algo que desde hace 4 años se viene estirando sin más resultado que enojar a la gente.

Lo que se podría haber hecho y no se hizo, no me interesa.
Lo que se puede hacer para reflotarlo, tampoco.
Quiero darle un cierre, y éste dista mucho de ser elegante.

Espero que Sergio me perdone no ser incondicional, pero la única persona con quien soy incondicional, es con mi hija.

sábado, 27 de septiembre de 2014

Capítulo 16 de la Novela "Tatuajes en Espejo" (próxima edición) - Chinchiya


“Estoy feliz de haber llegado hasta aquí.
He hecho siempre aquello que más he amado,
Y aunque no pocas veces eso ha traído consigo
Amarguras, traiciones, desacuerdos…
Esta es la hora del balance y en él pesan más
La amistad, el amor, la pasión por la música
Y el logro que ustedes hoy me reconocen,
Como si no fueran parte de él.”

Del Discurso de Lola Besouro,
recibiendo el cargo de Decana
de la Universidad de Pórtico de Amatista



―Qué nombre tan extraño, Ryalfam ―dijo Lizeu, y agregó, como haciéndole una broma a alguien―. ¿Será que aquí viven las mujeres reales[1]?
Hacía dos días que lo habían despertado, siguiendo sus instrucciones. Si bien la tripulación del Axolotl F303, la nave de transporte, no era humana, no por eso dejaba de ser cálida. Mushu, la computadora de a bordo, tenía una hermosa voz y se adelantaba a las necesidades de Lizeu; además disponía de un banco de datos muy actualizado, como para mantener entretenido a un científico de curiosidad inagotable. Y éste era el caso.
Lizeu no quería perderse la llegada y el aterrizaje en la más alejada de todas las colonias humanas. A la mayoría de la gente le daba terror la entrada a la atmósfera, ¡pero él estaba tan entusiasmado! Por el ventanal que abarcaba el lado a estribor de la nave, podía verse a Ryalfam cada vez más grande. Esa abertura, y una complicada escultura en la pared, eran las únicas decoraciones de la habitación, que parecía ser una sala de estar para los viajes cortos, los que no necesitaban de criostasis.
Al principio sólo se veía una mancha negra a contraluz del sol, en la inmensidad del espacio oscuro. Luego de un día más de viaje, el planeta ocupaba gran parte de la visión, acompañado de sus dos lunas.
―Parecen iguales: Eva y Lilith. Los mitos sobre las primeras mujeres en la Tierra. Eva, la mujer dócil, la compañera, la sumisa. Lilith, la que se rebeló ante Adán… ―Lizeu tocaba el ventanal, para seguir leyendo la información que le proveía Mushu. Compensaba su ansiedad con un exceso de datos, que leía y comentaba en voz alta―. Me pregunto con qué clase de mujeres me encontraré. ¿Me comerán vivo? ―rió.
Su risa reverberó en la habitación. Mushu, desde ya, sólo contestaba las preguntas directas que comenzaran con su nombre; a las demás, las consideraba retóricas. Hacia el final del segundo día, la Axolotl entró en una zona desde donde se podía apreciar la cara iluminada del planeta. Lizeu ya se había instalado en uno de los sillones a modo de cama, y en otro de ellos había colocado sus pertenencias. Su camarote había quedado vacío. Si era posible, no quería perderse de nada.
―¡Fascinante!
La superficie estaba ocupada por grandes domos de color plateado. Los contó: hasta donde podía ver, eran unos quince, comunicados entre sí por caminos cubiertos, como si fueran vasos sanguíneos. A medida que iban pasando los minutos, observaba cómo los domos se hacían traslúcidos. El ciclo de día de veinticuatro horas recomenzaba, imitando el de la Tierra. El amanecer simulado echaba luz sobre las ciudades de Ryalfam, que se agrupaban en el lado luminoso del planeta.
Allí un domo grande, central. Ese, seguro era Pórtico de Amatista. ¿O sería un campo de cultivo? Desde aquí todavía no podía distinguirlo.
Las semiesferas se distribuían sin un orden aparente; grandes, pequeñas, conformaban un caótico racimo de uvas. A medida que avanzaba el día, Lizeu veía que eran de distintos colores. Según la computadora de a bordo, en ellas se simulaban también las estaciones y los climas. En uno de los domos había un bosque cubierto de nieve, mientras que en otro, un campo cultivado en pleno verano. El frío y el calor, el desierto y las lluvias, eran controlados según la conveniencia de los cultivos y crianza de animales.
Un poco más cerca, y pudo ver cómo los domos parecían moverse, como si fueran organismos vivientes…
―¿Por dónde entrará la nave a la atmósfera?
Esa obsesiva curiosidad, tan típica suya, lo hacía uno de los mejores en su profesión. Pulsó aquí y allí sobre el vidrio, y en la ventana aparecieron unos gráficos explicativos del funcionamiento del domo. Era una especie de membrana celular, permeable o no, según cómo se configurara… En este caso, dejaba pasar una nave entera.
La sala de la Axolotl estaba acondicionada para que sus ocupantes pudieran observar la llegada a un planeta. No había gravedad artificial, pues requeriría mucha energía y no era un crucero de lujo. Pero sí disponía de zapatos adherentes (Lizeu supuso que con algún tipo de magnetismo inducido), que facilitaban los desplazamientos por la habitación. En los sillones adosados a la pared, había varios cinturones de seguridad. Los cristales, por otro lado, se oscurecían automáticamente ante luminosidades peligrosas para el ojo humano.
Movió los dedos dentro de los zapatos amarillos y sedosos. Todo le agradaba, desde los pequeños sonidos mecánicos hasta el olor a desinfectante. Lizeu había realizado en su vida decenas de viajes, y sin embargo, en éste, se sentía como un novato. Quizás esa sensación se debía también a que era la primera vez que podía apreciar el aterrizaje por una ventana, y sumado a eso, el cúmulo de hechos que se concentraban en este momento. Lo habían contratado para un trabajo importante, de esos que había soñado, que él calculaba le llevaría por lo menos dos años. Por si esto fuera poco, de la cultura de Ryalfam había pocas noticias, más bien era un enredado ovillo de fábulas contradictorias. Las comunicaciones con este distante planeta se realizaban por medio de un anticuado ansible, y él venía a remediar eso.
Y allí, en medio de este escenario inexplorado, viviría él. Dejando atrás lo conocido, la rutina de la Universidad y los ambientes acartonados que tanto despreciaba. Tenía a sus mejores amigos en la Facultad de Ciencias Duras e Ingeniería, pero aun así odiaba la burocracia, el status quo y la irrealidad que se vivía en los ambientes académicos. Había cambiado un par de veces de Universidad, y en todas ellas encontraba lo mismo: un grupo que dirigía todo, desde el flujo de dinero hasta las líneas de investigación, y otro grupo, obsecuente (o en el mejor de los casos, indiferente) con el primero. “La política universitaria es la peor clase de política. Finge ser noble y neutral, y en realidad se tejen las mismas mezquindades que en cualquier otra institución humana”, pensaba Lizeu, el día que se juró a sí mismo no trabajar más para una academia, como dedicación exclusiva.
Se acomodó en el sillón dispuesto a dormir unas horas antes del aterrizaje, con una red contenedora para no terminar flotando sin dirección por la sala. Dos estados se disputaban su cuerpo: el nerviosismo y el cansancio. Ganó el segundo.



Despertó con un sonido que no lograba identificar. Supuso que la entrada a la atmósfera, por tenue que fuera, provocaba una enorme fricción y calor, y el casco de la nave se quejaba por ello.
 ―Bien, ¡aquí vamos! Esto es normal… Sí, sí, es normal ―dijo, convenciéndose―. Me pregunto si habrá sido buena idea, después de todo, haber despertado antes.
Salió de la red de contención y fue consciente de un cambio fundamental: en la habitación había gravedad. Pequeña, pero perceptible. Y ahora, esa especie de atracción gravitatoria lo empujaba hacia la pared de la puerta. Comprobó que lo que él había creído una “escultura” era, en realidad, una escalera con huecos para sentarse. Ahora se explicaba el complicado tramado… Dedujo que la nave estaba frenando, disminuyendo de a poco su velocidad para tocar tierra con suavidad. Lizeu ladeó su cabeza, como un perro que no entiende a su amo. Luego, para adaptarse, pensó en que esa pared ahora era el piso. Y el piso, por tanto, tomaba el papel de una pared lateral. Se dio cuenta de que los zapatos adherentes también funcionaban en estas superficies. Caminó por la sala, sintiendo de nuevo el peso de su cuerpo, aunque éste no coincidiera con su recuerdo.
―Es claro ―se dijo―. Debe estar desacelerando de a poco, nunca llegaría al monstruoso valor de 9,8 m/s2 ([2])
Rió de su propio chiste, a falta de compañía. Un repentino dolor en los oídos, acompañado por un silbido, le cortó la risa. La atmósfera no era tan liviana después de todo, si podía producir este cambio en la presión del aire, aún en una nave herméticamente cerrada. Mushu pidió disculpas y compensó las variaciones al entrar en las cercanías del planeta, para que los cuerpos humanos no sufrieran tanto. El descenso duraría varias horas, y de esta manera nadie tendría trastornos de salud.



No sintió nada en particular cuando atravesaron la membrana del domo, lo cual fue una decepción. No sabía muy bien qué había estado esperando, ¿algún sonido delator? ¿Alguna sensación en la piel?
Luego, los ruiditos de los servomecanismos de la nave, abriendo compuertas, despertando al resto de los pasajeros de su largo sueño de criogénesis, encendiendo luces y demás.
Lizeu cargó sus bolsos y esperó a que la puerta se abriera. La luz le tocó la cara. Salió a paso lento, tratando de no parecer torpe, confundido al sentirse muy liviano.
Afuera era un hermoso día de sol, como la primavera de Ciudad Espejo… La nostalgia lo picó como un insecto, pero la espantó tocándose la nariz y expirando fuerte. Tomó aire luego, y sintió los aromas de este nuevo lugar.
En el Espaciopuerto lo esperaba Otilia: una mujer mayor, con el cabello plateado recogido en una trenza, sus manos enganchadas entre sí, a la altura de la cintura. Su gesto serio le pareció indescifrable. Un paso más atrás, se encontraban sus hijos.
 Lizeu había aprendido algunas frases de cortesía, y las usó al presentarse:
―Buenos días, soy el doctor Lizeu Luesma y es para mí un honor estar aquí en Ryalfam. Que la segunda luna ilumine nuestros asuntos en común, y que la primera los selle.
―El gusto es nuestro. ―Otilia sonrió, complacida―. Le presento a mis hijas: Amata, Licia, Richar y Tavio.
Lizeu sabía, por el aprendizaje holístico de idiomas, sobre el plural en femenino, pero de todas maneras lo sorprendió.
La segunda sorpresa, fue encontrarse con la verde mirada de Amata.



―Pase por aquí, Doctor. ―Otilia abrió la puerta de la habitación. A Lizeu no le pareció suntuosa, pero sí cuidada en los detalles y muy pulcra.
―Mañé[3] Besouro, si no le molesta, llámeme Lizeu, por favor. Ya que tendrá la amabilidad de alojarme por un tiempo tan prolongado, creo que no será necesario un trato tan distante. ―Dejó sus valijas en un rincón. Luego pensó que lo que había dicho quizás era una impertinencia. De todas maneras ya era tarde para arrepentirse...
―Por supuesto, estoy de acuerdo. Le pido que respete mí título en público, pero cuando trabajemos juntos puede llamarme Otilia. ―Ella pensó que a su madre no le gustaría nada esa actitud… y eso la reconfortó. Luego agregó―: Lo dejaré para que se acomode. Si tiene hambre, no tiene más que acercarse a la cocina y pedir lo que desee. Yo estaré la mayor parte del tiempo en mi escritorio. La cena es a las ocho.
―Muy bien, nos veremos, entonces, a las ocho.
―Aquí tiene un plano de la casa, por si lo necesita.
―Muchas gracias. ―Lizeu observó la compleja disposición de habitaciones y casas de integrantes de la familia, en formas circulares y en disposición concéntrica, con un gran patio o plaza central. Más que una familia, casi le pareció un pueblo entero.
―¡Ah! Hay una cosa más… ―Otilia dudó si decírselo ahora―. Aunque seguramente estará cansado, lo podemos dejar para mañana.
―Estoy cansado, pero nada que una siesta no pueda reparar. ―Dejó el plano sobre la una mesa y miró a Otilia.
―Tengo una especie de tradición, con los viajeros que se alojan en casa. Y es sencilla: jugar una partida de arimaa[4].
―¿Arimaa? No lo conozco.
―En la Tierra tienen algo parecido, su antecesor: el ajedrez. Su aspecto es parecido, pero a mi entender es más complejo.
Lizeu dudó mucho que un juego pudiera ser más complejo que el ajedrez, pero siempre estaba dispuesto a aprender cosas nuevas.
―¡Qué interesante! Jugaremos cuando lo desee.
―Después de la cena sería un buen momento ―dijo Otilia ya con la mano en la puerta.
―De acuerdo.
Otilia hizo un gesto asintiendo y dijo:
―Ahora sí, lo dejo para que se acomode. Hasta luego.
―Hasta luego.



Lizeu pasó la tarde ordenando sus pertenencias, y luego descansó un buen rato. Recorrió la casa, sorprendido de la organización y distribución de tareas. No había personal de limpieza ni de cocina, todas las tareas eran rotativas, incluso para la Mañé de la casa. Desde luego que ella tenía preponderancia en algunas labores, ya que para tomar decisiones debía pasar largo tiempo trabajando. Sin embargo, era fácil encontrarla lavando la vajilla. De hecho, decía que le gustaba hacerlo para reflexionar sobre asuntos importantes.
La cena transcurrió tranquilamente. A Lizeu le parecieron exquisitos todos los platos. Habló poco, y observó las costumbres. No quería caer mal o hacer algo que pudiera considerarse incorrecto.
Siñá[5] Petrona lo escrutaba sin disimulo. Lizeu había estado esperando esta actitud, así que no se intimidó. Aura, por momentos, hablaba en voz baja con Petrona, y luego las dos lo miraban.
La mesa era ovalada y en el centro tenía un sistema de rotación que hacía que los platos y condimentos fueran pasando frente a cada comensal.
Varias veces cruzó la mirada con los hijos de Otilia.
En Richar, encontró competencia, quizás celos.
En Licia, sensualidad.
En Tavio, compañerismo.
Y en Amata, timidez. “Quizás ella…”, pensó, “No debo involucrarme, vine aquí a trabajar, no a seducir chicas”. Y sin embargo, no pudo evitar ilusionarse.


Cuando terminó la cena, Aura y Petrona, levantándose, dieron las buenas noches. Luego, Tavio y Richar. De a poco todos abandonaban el comedor. Otilia trajo el juego, en una caja de madera tallada. Hizo una seña a Amata para que la acompañara, pero ella le respondió que estaba cansada.
Otilia le explicó las reglas a Lizeu. Realmente eran sencillas, aunque el desarrollo del juego prometía ser complejo. Lo que Lizeu no sabía era la razón por la cual ella había iniciado esta tradición de jugar con los huéspedes.
Empezó él. Hizo dos movimientos, dudando un poco.
Otilia movió con rapidez y observó, no al tablero, sino a su contrincante.
Veamos cómo te desempeñas, muchacho. Pensó la mañé.
Al principio, Otilia tuvo que recordarle las reglas a cada jugada. Lizeu le comentó que no se parecía demasiado al ajedrez, después de todo.
―A veces las hijas no se parecen a las madres. ―Lizeu asintió, preguntándose si habría alguna referencia a su familia―. El Arimaa original se puede jugar con las mismas piezas del Ajedrez, pero luego te das cuenta de que los movimientos no se le parecen en nada. Algo así ocurre con el tablero.
Él movió sus conejos, ella desplegó sus caballos y sus gatos. Las jugadas eran por momentos rápidas, y en otros, más meditadas.
¡Qué partida interesante!, pensó Otilia, Es audaz, pero no temerario.
El Arimaa se hizo dinámico y entretenido: Lizeu comenzó a probar jugadas para tomar piezas de Otilia.
Se adapta a los cambios y es creativo… ¡Vaya! A esa no la vi venir.
Lizeu se había posicionado muy bien en uno de los casilleros centrales.
Una estrategia básica, pero hay que recordar que acaba de aprender el juego. En un par de meses ya estaremos jugando a la par, si sigue descubriendo el modo de armar su juego. Aunque aún no sepa nada sobre las aperturas.
Lamentó que Amata no estuviera aquí para observarlo todo y luego comentar con ella sus impresiones. Era una pena que su hija, futura mañé, no viera este potencial en el Arimaa, para tener un primer análisis sobre el desempeño de una persona.
Otilia tomó, en sucesivos turnos, varias piezas. Lizeu, más pensativo, dudaba antes de mover.
Va perdiendo, y reflexiona para recuperarse. ¿O está probando mi paciencia? Tal vez yo no sea la única que analiza a su oponente.
Al cabo de jugar un rato, Lizeu ya no tenía perros ni gatos... y sus conejos escaseaban.
Sin embargo, no se da por vencido.
Otilia, con sobrada experiencia, movía las piezas con calma y observaba el tablero y los gestos de Lizeu que delataban, en parte, sus pensamientos.
Ahora está usando bien las estrategias de protección de las piezas… Espero que haga lo mismo con sus empleados y colaboradores. Un buen liderazgo es necesario.
 Lizeu jugaba como si su vida dependiera de ello, la adrenalina bombeándole por todo el cuerpo. Bufaba ante cada pieza que Otilia le tomaba.
Tiene pasión, y al mismo tiempo es cerebral. Nos llevaremos la mar de bien. Sonrió, y haciendo la última jugada, dijo:
―Has sido un gran oponente, Lizeu, ¡felicitaciones! Este fue el mejor juego que he tenido con un novato.
―Muchas gracias, mañé ―djo Lizeu, orgulloso―. Me ha fascinado, si le parece podemos hacer una o dos partidas por noche.
Otilia rió ante el entusiasmo del hombre.
Es evidente que haber perdido no lo enoja ni lo hace sentirse humillado, sino que lo ve como un desafío a superar. Realmente está abierto a aprender. Me gusta su actitud… Aunque quizás está perdiendo algo de objetividad, se está involucrando demasiado. Ése es su punto débil. Deberé tener en cuenta esto
―Por mi parte, con una estará bien. Aunque habrá noches en las que estaré muy cansada. Y ya verás… tú también.
Se despidieron para ir a descansar, y la mañé ordenó, con toda meticulosidad, su tradicional juego en la caja.



Lizeu comenzó su trabajo de modernizar los sistemas de comunicaciones, no sólo de la familia Besouro, sino de toda la ciudad. Si esto resultaba bien, extenderían esta nueva tecnología al resto de Ryalfam.
En la misma Axolotl en que había venido él, también habían llegado los materiales y herramientas.
Primero, formó cuadrillas, con encargadas de cada lugar, y supervisó el trabajo. Encontró gente muy capaz y entusiasta. Le sorprendió el don de mando que tenían todas las mujeres, y la colaboración que había naturalmente en los equipos.
Luego, organizó y dictó los cursos de capacitación para los instaladores.
En cada uno de los pasos estaba presente de alguna manera Otilia, y muchas veces la acompañaba Amata.
Incluso Amata quiso aprender todo lo relativo a las instalaciones, por si tenía que asistir a los trabajadores.
―Así, ¿ves? Tomas la pinza con cuidado… ―Las manos de Amata le parecieron hermosas, con sus dedos finos y delicados. Lizeu se preguntó hasta qué punto era necesario que ella aprendiera esto… Para no distraerse del trabajo, recordó los robots haciendo este trabajo en la Tierra, pero aquí no podían permitirse semejante lujo.


La tecnología de la comunicación por subespacio, base del ansible, por un lado no era sencilla de comprender y requería de una gran inversión inicial, pero por otro lado, era muy confiable y de bajo mantenimiento. Lizeu pensaba que si todo marchaba bien, terminaría el trabajo en el tiempo estipulado. Pero claro, siempre surgían imprevistos.
Las jornadas de trabajo fueron cada vez más largas, hasta que Lizeu pensó que si seguía con este ritmo caería enfermo.
Fue a hablar con Otilia. Entró sin tocar la puerta, como ya se le había hecho costumbre.
―¿Quieres posponer la partida de esta noche, otra vez?
―Oh, no, Otilia, vine a pedirle consejo ―dijo Lizeu, con el ceño fruncido y mirando al suelo.
―Te escucho. Por favor, siéntate.
―Estoy muy cansado. Creo que… bueno, debería trabajar menos. ―Suspiró como si hubiera hecho una terrible confesión.
―Ah, mi querido Lizeu, es que ¡debes aprender a delegar! ¿Acaso tienes que supervisar todo en persona?
―Bueno, yo creí que… como soy el responsable… ―Arqueó las cejas.
―Delega, hijo. Delega despiadadamente. Delega y faculta. Delega y, sin desligarte, encárgate de las tareas para las cuales de verdad eres imprescindible.
―Entiendo ―dijo Lizeu, pensativo. Recordó que había tenido varias ideas en el transcurso del día, y las había descartado por falta de tiempo para realizarlas.
―Y cuando hayas aprendido a delegar ―prosiguió la Mañé―, tendrás tiempo libre para descansar y disfrutar… Y también para pensar en otros proyectos.
A Lizeu le sorprendió el comentario de la matriarca: le pareció que le estaba leyendo la mente.
―De hecho puedo sugerir varias mejoras para la casa, que serían interesantes de implementar. He notado que Richar es un excelente ingeniero, por más que no nos llevemos como quisiera. Juntos podríamos planear un par de mejoras para los cultivos y para la casa.
―Todo eso está muy bien, querido, pero necesitas relajarte un poco. ¿Por qué no vas a una de nuestras fiestas circulares? Quizás te venga bien…
Otilia, ante la cara de extrañeza de Lizeu, le explicó de qué se trataba.
―Las fiestas circulares se celebran cada vez que se cumple un ciclo de la primera luna. Son fiestas que, si bien son ceremoniales, también son muy relajadas, donde se baila y se bebe y donde pueden conseguirse compañeras sexuales. Aquí todo el mundo es libre de elegir con quién se acuesta; tengo entendido que en la Tierra eso no sucede.
Lizeu rió con ganas y no dijo nada por temor a revelar sus pensamientos… ¿Sería una oportunidad para acercarse a Amata? Siguió escuchando:
―Cada persona danza cerca de una hoguera que representa su identidad de género. De esta manera no hay equívocos en lo que se busca. Y si ves a alguna persona que te interesa, la pellizcas. Si el pellizco te es devuelto, es que las dos están de acuerdo.
―¡Por supuesto que me vendrá bien! ―estalló Lizeu, entusiasmado―. ¿Cuándo es la próxima? ¡Delegaré todo lo que pueda!



Días después, cuando la luna Lilith-maljoyin estaba llena y en el centro del cielo, fue el momento de celebrar una gran fiesta circular en Pórtico de Amatista.
Lizeu, con gran expectativa, se bañó, y vistió unas ropas nuevas que le había dado Otilia. Le parecieron muy cómodas, si bien los colores tan chillones no eran sus preferidos. Pero tuvo que admitir que, aunque nunca hubieran sido de su elección, le quedaban bien. “Hasta para la ropa tiene buen ojo la vieja”, pensó.
Mientras bailaba en la hoguera masc, notó que todos los hermanos Besouro estaban en la fiesta. Tavio y Richar, bailando junto a él, y las dos hermanas bailando en la ronda fem.
Cuando las rondas terminaron, se mezcló entre la gente, sintiéndose uno más de los lugareños. Estaba eufórico bailando, cuando recibió un pellizco.
Al voltear, descubrió a Licia. Sonrió, bailó con ella un rato, se divirtieron haciendo bromas.
Pero esa noche, Lizeu se fue con Amata.




[1] Ryalfam, por su fonética, se parece a “réels femmes”, es decir mujeres reales en francés.
[2] la aceleración de la gravedad de la Tierra es g = 9,8 m/s2
[3] Mañé: título de la matriarca
[4] Arimaa es una variante del ajedrez, que puede jugarse con las mismas piezas y tablero, pero cuyo desarrollo difiere completamente. Las piezas simbolizan animales y están colocadas a capricho del jugador . Existen cuatro casilleros que son “sumideros”, hacia donde hay que arrastrar las piezas del contrincante.
[5] Siñá: título de la que anteriormente fue la matriarca (madre de la actual mañé).


Publicado en Revista Próxima N°23, Invierno de 2014